El fin de semana del 19./20. de julio el centro de Múnich se encontraba en estado de excepción: todo el centro sin coches(¡qué gusto para los ciclistas!), en plena euforia de celebrar las fiestas con motivo del 850 aniversario de su existencia como ciudad. Y en esta ciudad no demasiado grande de 1,3 millones de habitantes asistieron según la prensa 700.000 personas a estas fiestas que no son fiestas tradicionales sino celebraciones mandadas por la administración municipal y promovidas por los medios de comunicación, cosa absurda porque justo en esta ciudad no hay motivo de aburrirse ningún día del año, por tantas actividades de cualquier índole que hay para elegir.
Bueno, parece que a la gente la gusta acudir en masas a un evento determinado: ¿¡Cómo se puede explicar que hoy al discurso del candidato a la presidencia de EE.UU. acudieron en Berlín por lo menos 200.000 personas¡? Venga quien venga, sea el papa o el Dalai Lama o quien sea: una vez encaminada la debida campaña mediática el evento puede contar con por lo menos decenas de miles de asistentes ...
1 comentario:
Es que en verano da gusto andar por la calle, y cualquier pretexto es bueno para pasear.
Sin embargo, a mi me horrorizan las multitudes, y digo, como mi amigo Fernando "Si está en Fiestas, no voy". Nunca he visto las Fallas de San José en Valencia, ni los encierros de San Fermín en Pamplona, ni las procesiones de la Semana Santa sevillana, ni ninguno de esos eventos multitudinarios a los que somos tan aficionados en España. Me gustan los sitios con poquita gente, las ciudades pequeñas, las playas desiertas... Basta que un sitio esté vacío para que a mi me resulte de lo más atractivo. Nuestro grito familiar es "¡Aquí, que no hay nadie!"
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