Odio a la polilla, porque llegó a destruir mis suéteres, y odio a la termita, porque destruyó la puerta de la casa - pero no me disgusta la araña, porque está cazando a moscas y mosquitos, y sobre todo me encantan sus telas, y las toco muy pocas veces; prefiero respetarlas, como por ejemplo aquí delante de un póster, donde movidas por los aires que corren forman unas imágenes que jamás se repiten:
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